LA SEGUNDA PRIMAVERA POLÍTICA Y SOCIAL EN GUATEMALA.
Siendo Embajador de Chile en Guatemala (2014-2018), el primer
mapuche en ejercer un cargo diplomático de esta magnitud nombrado por la
entonces presidenta Bachelet, fui testigo directo de un complejo proceso
político en esa nación hermana, poblada mayoritariamente por pueblos
originarios de origen maya (54%). Esto es, una grave crisis política que en
medio de una campaña presidencial desató grandes movilizaciones ciudadanas en
todas las ciudades de ese país, en protesta por la carestía de la vida, la
desconfianza hacia los partidos políticos y la lucha contra la corrupción
institucional de larga data. Naciones Unidas había logrado, después de diversos
intentos, instalar una comisión investigadora, la CICIG (comisión internacional
contra la impunidad en Guatemala), a cargo de un prestigioso abogado
colombiano, Iván Velásquez, quien junto a un equipo de profesionales de diversos
países -entre ellos, Chile- y con
importantes facultades, logró destapar situaciones increíbles y sus informes permitieron la investigación,
detención y condena de diversas autoridades que desde el año 2006 estaban
severamente comprometidas en situaciones más que irregulares. La CICIG combatió
también los carteles del narcotráfico y abusos empresariales e institucionales.
Fue una institución única en su género, que logró recuperar la confianza
ciudadana en las instituciones de Guatemala. Con costos, por cierto, pues
finalmente en el año 2109 y después de algunos intentos fallidos, el gobierno
del presidente Morales declaró a Velásquez, persona non grata y cerraron las
dependencias de esta gran comisión investigadora, a las puertas de una nueva
elección presidencial.
El pueblo de Guatemala sabe desde los tiempos de los acuerdos
de paz, luego de una cruenta y prolongada guerra civil, que ningún gobierno ha
logrado establecer tiempos de paz y de superación de los grandes y graves
problemas de la nación: analfabetismo, pobreza, falta de oportunidades,
desigualdades e inequidades. Ha habido algunos avances, como es lógico, pero
sin mayores relevancia.
El 16 de junio del 2019 se realizó una nueva elección
presidencial. La gran mayoría de los ciudadanos no tenía grandes expectativas.
El presidente Alejandro Giammattei, conservador, fue electo con el 58,1%. Su
contendiente más cercana, Sandra Torres, de inspiración socialdemócrata alcanzó el
41,8%. En tan solo 15 meses se incubó una crisis política que nuevamente desató
una crisis social: el parlamento recortó el presupuesto de importantes
políticas sociales y este dato, más una crisis política en el gobierno,
arrastró en estas últimas horas una “segunda primavera” social guatemalteca con
multitudes en las calles y plazas que conmovieron al país. Como resultado de
esta crisis, el Vicepresidente de la nación ha solicitado la renuncia del
presidente. El parlamento se ha dividido y en horas recientes, el Congreso
nacional fue ocupado por cientos de
manifestantes e incendiaron parte importante de su histórico recinto. En las
calles de la capital hubo una fuerte represión y todo indica que esta crisis se
mantendrá latente.
Recorre el continente una marea de desencanto social: los
partidos políticos, todos, están cuestionados. Las instituciones responden con
retardo y no siempre adecuadamente. Las demandas sociales son crecientes;
también el hastío popular. La gente está cansada con los abusos de todo tipo.
Estos son, en parte fundamental, los componentes de un proceso crítico que
erupciona como los volcanes.
DOMINGO NAMUNCURA
Trabajador Social
Ex Embajador de Chile en Guatemala
(2014-2018)
22 de noviembre 2020
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